Yo, señoritas, señoritos,
-horror y error, vulgo-
soy escriba sedentario
que cabalga sobre la montura
de sus nervios:
jaco matalón de frágiles remos
y traqueteada osamenta.
(Y a veces indagar pretendo
quién me dio vela
en este panderetero entierro)
Miro en derredor,
preguntas balbuceo,
desmigajo sueños,
me yergo y aúpo
al carrusel del tiempo,
que me consume en vértigos. Continuar leyendo «Un horizonte del innombrable»